Cuando el algoritmo no quiere que te enamores
Las apps de citas prometen ayudarte a encontrar el amor, pero su modelo de negocio depende de que nunca lo logres.
Hace tres semanas escuché un episodio del podcast Whitepaper 10, donde René Lankenau y Karla Berman exploraban el negocio de las dating apps. La verdad es que no sé mucho del tema porque nunca he usado ninguna, pero me llamó la atención su análisis sobre cómo estas plataformas están en la necesidad de replantear sus modelos de negocio.
En su conversación, mencionaban que las apps de citas se han consolidado como el principal medio para conocer pareja en países como Estados Unidos, desplazando los encuentros presenciales. Sin embargo, el sector muestra signos de saturación: han perdido usuarios, las descargas han disminuido y el valor de empresas como Match Group (propietaria de Tinder y Hinge) se ha reducido. Lo que más me llamó la atención fue que, aunque las apps dicen querer que sus usuarios encuentren pareja, su rentabilidad depende de que sigan activos.
Esta semana leía un artículo de The New York Times titulado You Don’t Need to Swipe Right. A.I. Is Transforming Dating Apps, escrito por Eli Tan, donde se analiza cómo las plataformas están apostando por la inteligencia artificial para reinventarse. Sobre el papel suena prometedor: algoritmos que entienden tus preferencias, recomiendan mejores matches y hasta ofrecen dating coaches virtuales.
Desde un análisis racional, parece un avance. Pero el amor no funciona por ecuaciones. La IA puede optimizar el encuentro, no programar la química. Y mientras el negocio dependa de que nunca encuentres lo que buscas, su innovación será apenas un disfraz del mismo ciclo de frustración.



